Author: | César Aira | ISBN: | 9789873728051 |
Publisher: | Mansalva | Publication: | October 8, 2014 |
Imprint: | Mansalva | Language: | Spanish |
Author: | César Aira |
ISBN: | 9789873728051 |
Publisher: | Mansalva |
Publication: | October 8, 2014 |
Imprint: | Mansalva |
Language: | Spanish |
La llegada de Steryx era muy esperada, tanto por ser una de las luminarias más rutilantes que asistirían al evento como porque en el país, que se jactaba de haber sido el primero del mundo en apreciarlo en su justo valor, tenía seguidores entusiastas, casi una secta, de las que se apenan cuando su ídolo accede al reconocimiento general. No era tan general en el caso del belga, que seguía siendo un director de culto, para entendidos; pero ese entendimiento ya se había hecho global. El «descubrimiento» de que había sido objeto en el país, años atrás, había sido más bien una revaloración: ese autor de filmes europeos de ciencia ficción clase B, que parecían imitar con torpeza (o cinismo) las producciones del género de los años cincuenta, en realidad era un adelantado, «el Antonioni del espacio exterior», un nuevo Méliés. Aun después de su aclamación crítica, y la confirmación de su genio en una serie de obras maestras, una cierta ambigüedad seguía flotando sobre su trabajo. Y de la ambigüedad se difundía el misterio, lo que hacía tan deseable para sus apóstoles nativos su presencia física.
La llegada de Steryx era muy esperada, tanto por ser una de las luminarias más rutilantes que asistirían al evento como porque en el país, que se jactaba de haber sido el primero del mundo en apreciarlo en su justo valor, tenía seguidores entusiastas, casi una secta, de las que se apenan cuando su ídolo accede al reconocimiento general. No era tan general en el caso del belga, que seguía siendo un director de culto, para entendidos; pero ese entendimiento ya se había hecho global. El «descubrimiento» de que había sido objeto en el país, años atrás, había sido más bien una revaloración: ese autor de filmes europeos de ciencia ficción clase B, que parecían imitar con torpeza (o cinismo) las producciones del género de los años cincuenta, en realidad era un adelantado, «el Antonioni del espacio exterior», un nuevo Méliés. Aun después de su aclamación crítica, y la confirmación de su genio en una serie de obras maestras, una cierta ambigüedad seguía flotando sobre su trabajo. Y de la ambigüedad se difundía el misterio, lo que hacía tan deseable para sus apóstoles nativos su presencia física.