Author: | Carmen Pinedo Herrero | ISBN: | 9788415930846 |
Publisher: | Punto de Vista | Publication: | January 30, 2016 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Carmen Pinedo Herrero |
ISBN: | 9788415930846 |
Publisher: | Punto de Vista |
Publication: | January 30, 2016 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
La arquitectura del miedo invita a adentrarnos en los espacios arquitectónicos donde reside el terror. En sus páginas crecen castillos, iglesias, manicomios, laboratorios, crecen ciudades enteras y casas como las que cualquiera de nosotros habitamos sin sospechar que en ellas anida también el miedo. Vagamos por las estancias que configuran estos lugares representados en la literatura y el cine de terror: recorremos pasillos, subimos escaleras, descendemos a las criptas y a los sótanos, intentamos sosegarnos ante el fuego de una acogedora chimenea y conciliar el sueño en un dormitorio que quisiéramos considerar nuestro refugio. Todo en vano: no hallaremos calma ni reposo en un hogar amenazado. Basta con dirigir la mirada hacia una ventana o un espejo, con tender la mano hacia una puerta, para preguntarnos qué nos acecha al otro lado. Tal vez sea mejor no conocer la respuesta. Es inevitable, sin embargo, formular las preguntas. ¿Podemos, acaso, hallar consuelo en el arte? ¿En cuadros que sangran y estatuas asesinas? No, es evidente que tampoco el arte nos ayudará a vencer el temor. ¿La música? Tal vez, si no nos importa que las manos que tocan el clavicordio sean las de un espectro o que sea un niño muerto el que entona la cancioncilla infantil que escuchamos. De esto tratan estas páginas: del temor que alcanzan a suscitar los elementos constructivos, ornamentales, arquitectónicos; de los recursos plásticos que emplea el género del terror; de arquitecturas que respiran, asustan y viven. Entre estas líneas se embosca el miedo.
La arquitectura del miedo invita a adentrarnos en los espacios arquitectónicos donde reside el terror. En sus páginas crecen castillos, iglesias, manicomios, laboratorios, crecen ciudades enteras y casas como las que cualquiera de nosotros habitamos sin sospechar que en ellas anida también el miedo. Vagamos por las estancias que configuran estos lugares representados en la literatura y el cine de terror: recorremos pasillos, subimos escaleras, descendemos a las criptas y a los sótanos, intentamos sosegarnos ante el fuego de una acogedora chimenea y conciliar el sueño en un dormitorio que quisiéramos considerar nuestro refugio. Todo en vano: no hallaremos calma ni reposo en un hogar amenazado. Basta con dirigir la mirada hacia una ventana o un espejo, con tender la mano hacia una puerta, para preguntarnos qué nos acecha al otro lado. Tal vez sea mejor no conocer la respuesta. Es inevitable, sin embargo, formular las preguntas. ¿Podemos, acaso, hallar consuelo en el arte? ¿En cuadros que sangran y estatuas asesinas? No, es evidente que tampoco el arte nos ayudará a vencer el temor. ¿La música? Tal vez, si no nos importa que las manos que tocan el clavicordio sean las de un espectro o que sea un niño muerto el que entona la cancioncilla infantil que escuchamos. De esto tratan estas páginas: del temor que alcanzan a suscitar los elementos constructivos, ornamentales, arquitectónicos; de los recursos plásticos que emplea el género del terror; de arquitecturas que respiran, asustan y viven. Entre estas líneas se embosca el miedo.