Author: | Ainhoa Montañez, J. K. Vélez | ISBN: | 1230000315017 |
Publisher: | Nuevos Autores | Publication: | March 22, 2015 |
Imprint: | Language: | Spanish |
Author: | Ainhoa Montañez, J. K. Vélez |
ISBN: | 1230000315017 |
Publisher: | Nuevos Autores |
Publication: | March 22, 2015 |
Imprint: | |
Language: | Spanish |
Pack Ahorra al Comprar 2 (Nº 028): 301 Chistes Cortos y Muy Buenos & El Inspirador Mejorado
by Nuevos Autores
Consigue estos dos fantásticos ebooks a un precio excepcional.
301 Chistes Cortos y Muy Buenos
Ainhoa Montañez
Una recopilación de chistes cortos y muy buenos. Una muestra:
¿Qué le dice un muerto a otro?
¿Quieres gusanitos?
–¿Y cómo está tu novio?
–Ya no es mi novio.
–Menos mal, era un imbécil y un tarado.
–Ahora es mi marido.
–Hace frío, ¿no?
El novio a la novia:
–Amor, ¿vamos al cine esta semana?
–No puedo, cariño. ¿Qué tal la otra?
–Está bien, pero ella tampoco puede.
–¿Cómo te va por el gimnasio?
–¡Brutal! Me salen músculos que ni siquiera conozco. Mira... ¿cómo se llamará este?
–Trapecio.
–Yo a ti también, tío, ¡trapecio mucho!
–Me he liado con una sevillana y me ha llevado a ese sitio de bailar zapateaos.
–¿Tablao flamenco?
–No, no. Hablaba en español. Raro, pero español.
–Papá, ¿puedo usar el coche?
–No, no puedes sin mi supervisión.
–¡Uy, uy! Perdón por no tener superpoderes como tú…
¿Qué es un circuito?
Es un lugar donde hay elefantuitos, caballuitos, payasuitos…
–Camarero, ponga una de calamares a la rumana.
–Perdón, señor, será a la romana.
–Irina, cariño, dile al gilipollas éste de dónde eres…
–Robin, ya va siendo hora de que te dé mi bat-móvil.
–¡Ostras, Batman! ¡Mooooola!
–A ver, apunta: 655…
–Mi novia me dejó, y para colmo, se fue con mi mejor amigo.
–Te entiendo perfectamente.
–¿Te pasó a ti lo mismo?
–No, pero hablo castellano.
–Línea Directa, dígame.
–¡Que me he hecho Gótico!
–Y a mí qué me cuenta.
–Ah, no sé. ¿No había que dar parte por siniestro?
___
El Inspirador Mejorado
por J. K. Vélez
¿Qué harías si un día al salir de casa descubrieras que en la de los vecinos hay un perro mecánico de ojos encendidos?
¿Qué pasaría si no fueras capaz de recordar quién eres o si fueras consciente de que una fuerza desconocida intenta borrar tu identidad?
¿Aceptarías convivir durante un mes con cinco extraños un poco locos para hacer realidad uno de tus sueños?
¿Y si tu realidad fuera un sueño de locos un tanto extraño?
Y lo más importante de todo... ¿Comprarías esta novela para descubrirlo?
Fragmento:
Entonces me acordé del perro metálico.
Ahora, al solete del mediodía, me parecía que debía haber sido un sueño. Aun así, cerré la puerta del coche y me aproximé a la verja con paso indeciso.
Un par de herramientas para el jardín, una piscina hinchable deshinchada, unas cuantas bolas de billar de un billar de juguete… ¿Unas redes de pescar?
Pero ni rastro del perro con ruedas. Sin embargo, al fondo, junto a la puerta de la cocina, distinguí una caseta para perros. ¿Tendría el perro androide una caseta para perros, como los perros de verdad? Los perros androides si llueve se mojan, como los demás. Una caseta sería lo propio, para evitar un cortocircuito en su cerebro positrónico canino.
Pensé en llamar a la puerta, pero de pronto me di cuenta de que no me acordaba de mis vecinos. ¿Quién vivía junto a mi casa?
Entonces tuve la espeluznante sensación de que tampoco mi casa era mi casa.
Y luego descubrí que yo no era yo.
Descubre la novela más surrealista de J. K. Vélez
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Ainhoa Montañez
Una recopilación de chistes cortos y muy buenos. Una muestra:
¿Qué le dice un muerto a otro?
¿Quieres gusanitos?
–¿Y cómo está tu novio?
–Ya no es mi novio.
–Menos mal, era un imbécil y un tarado.
–Ahora es mi marido.
–Hace frío, ¿no?
El novio a la novia:
–Amor, ¿vamos al cine esta semana?
–No puedo, cariño. ¿Qué tal la otra?
–Está bien, pero ella tampoco puede.
–¿Cómo te va por el gimnasio?
–¡Brutal! Me salen músculos que ni siquiera conozco. Mira... ¿cómo se llamará este?
–Trapecio.
–Yo a ti también, tío, ¡trapecio mucho!
–Me he liado con una sevillana y me ha llevado a ese sitio de bailar zapateaos.
–¿Tablao flamenco?
–No, no. Hablaba en español. Raro, pero español.
–Papá, ¿puedo usar el coche?
–No, no puedes sin mi supervisión.
–¡Uy, uy! Perdón por no tener superpoderes como tú…
¿Qué es un circuito?
Es un lugar donde hay elefantuitos, caballuitos, payasuitos…
–Camarero, ponga una de calamares a la rumana.
–Perdón, señor, será a la romana.
–Irina, cariño, dile al gilipollas éste de dónde eres…
–Robin, ya va siendo hora de que te dé mi bat-móvil.
–¡Ostras, Batman! ¡Mooooola!
–A ver, apunta: 655…
–Mi novia me dejó, y para colmo, se fue con mi mejor amigo.
–Te entiendo perfectamente.
–¿Te pasó a ti lo mismo?
–No, pero hablo castellano.
–Línea Directa, dígame.
–¡Que me he hecho Gótico!
–Y a mí qué me cuenta.
–Ah, no sé. ¿No había que dar parte por siniestro?
___
El Inspirador Mejorado
por J. K. Vélez
¿Qué harías si un día al salir de casa descubrieras que en la de los vecinos hay un perro mecánico de ojos encendidos?
¿Qué pasaría si no fueras capaz de recordar quién eres o si fueras consciente de que una fuerza desconocida intenta borrar tu identidad?
¿Aceptarías convivir durante un mes con cinco extraños un poco locos para hacer realidad uno de tus sueños?
¿Y si tu realidad fuera un sueño de locos un tanto extraño?
Y lo más importante de todo... ¿Comprarías esta novela para descubrirlo?
Fragmento:
Entonces me acordé del perro metálico.
Ahora, al solete del mediodía, me parecía que debía haber sido un sueño. Aun así, cerré la puerta del coche y me aproximé a la verja con paso indeciso.
Un par de herramientas para el jardín, una piscina hinchable deshinchada, unas cuantas bolas de billar de un billar de juguete… ¿Unas redes de pescar?
Pero ni rastro del perro con ruedas. Sin embargo, al fondo, junto a la puerta de la cocina, distinguí una caseta para perros. ¿Tendría el perro androide una caseta para perros, como los perros de verdad? Los perros androides si llueve se mojan, como los demás. Una caseta sería lo propio, para evitar un cortocircuito en su cerebro positrónico canino.
Pensé en llamar a la puerta, pero de pronto me di cuenta de que no me acordaba de mis vecinos. ¿Quién vivía junto a mi casa?
Entonces tuve la espeluznante sensación de que tampoco mi casa era mi casa.
Y luego descubrí que yo no era yo.
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