No es imposible recuperar la virginidad sin cirugías. Micaela la recupera anualmente gracias a que su abuela, mientras poda las hortensias y pierde la memoria, le inventa la vida y el amor para no olvidarla, como si recordar a su nieta fuera más bien imaginarla constantemente, reinventarla. Por eso su amante Faraón puede ser un preparador de caballos y ella su novia, un empleado en una oficina de mercadeo que lee a Borges o El Decamerón y ella su ayudante, un niño de colegio y ella una compañerita que lo quiere conquistar, o pueden ser una pareja aristocrática que se va a vivir al campo a escuchar a Wagner, tomar whisky y leer El Satiricón. Sin embargo, en el amor de estos multifacéticos y camaleónicos amantes no pueden faltar traiciones, clandestinidad, indiferencia, fracaso, abandono. Pero ¿necesariamente Micaela traiciona a Faraón cuando se acuesta con su hermano? ¿Se puede traicionar al esposo con la foto de algún negro gigante? ¿Puede ser que la indiferencia sea sinónimo del amor? ¿Qué hay de idílico en que cada de uno de los amantes, por amarse, se abandone a sí mismo? ¿Es posible enamorarse de un Romeo y ser como una Julieta contemporánea?
Este libro fragmentario, que puede ser a la vez una novela o un libro de cuentos, tiene la virtud de saltar de una idea sobre el amor hacia otra, de burlarse de él o desacralizarlo, de socavar desde sus más grandes ideales hasta sus futilidades más vergonzosas.
No es imposible recuperar la virginidad sin cirugías. Micaela la recupera anualmente gracias a que su abuela, mientras poda las hortensias y pierde la memoria, le inventa la vida y el amor para no olvidarla, como si recordar a su nieta fuera más bien imaginarla constantemente, reinventarla. Por eso su amante Faraón puede ser un preparador de caballos y ella su novia, un empleado en una oficina de mercadeo que lee a Borges o El Decamerón y ella su ayudante, un niño de colegio y ella una compañerita que lo quiere conquistar, o pueden ser una pareja aristocrática que se va a vivir al campo a escuchar a Wagner, tomar whisky y leer El Satiricón. Sin embargo, en el amor de estos multifacéticos y camaleónicos amantes no pueden faltar traiciones, clandestinidad, indiferencia, fracaso, abandono. Pero ¿necesariamente Micaela traiciona a Faraón cuando se acuesta con su hermano? ¿Se puede traicionar al esposo con la foto de algún negro gigante? ¿Puede ser que la indiferencia sea sinónimo del amor? ¿Qué hay de idílico en que cada de uno de los amantes, por amarse, se abandone a sí mismo? ¿Es posible enamorarse de un Romeo y ser como una Julieta contemporánea?
Este libro fragmentario, que puede ser a la vez una novela o un libro de cuentos, tiene la virtud de saltar de una idea sobre el amor hacia otra, de burlarse de él o desacralizarlo, de socavar desde sus más grandes ideales hasta sus futilidades más vergonzosas.